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lunes, 25 de junio de 2012

¿Platón estaba en las nubes? No, más arriba

A veces nos hemos encontramos en la tesitura de que el "profe" preguntón de turno nos haya inquirido sobre la materia que se está dando en clase y nos pille absolutamente en blanco, es decir, sin haber estudiado un pijo. Antes del "pues tienes un cero", a lo mejor se nos ha ocurrido decir: "sí que lo sé, es que no me acuerdo".
En nuestra ignorancia, no nos damos cuenta de la carga platónica que tiene esta vil excusa.
Platón (428-347 aC), el griego, dio una peculiar solución al problema de los universales. Como él creía en la metempsicosis (es decir, en la reencarnación), no tuvo ningún problema en afirmar que nuestra alma, antes de estar en este mundo, dentro de nuestro cuerpo, se encontró alguna vez en el Hiperuranio, o sea, más allá del cielo. En este lugar de las almas, no existía la materia y, por tanto, la imperfección. Todo lo que se encontró allí era perfecto. Cuando nuestra alma cayó en un cuerpo, nos situamos en el mundo material y nuestra alma quedó atada, incapaz de ejercer sus capacidades a sus anchas. Mientras está entre carne y hueso no se acuerda del Hiperuranio. Sin embargo, hay alguna excepción: en cuanto nuestros sentidos captan algún  objeto material, nos acordamos de ese mismo objeto, pero en estado perfecto, cuando lo vimos en el Hiperuranio. A esto Platón lo llamaba reminiscencia. El concepto universal es, entonces, el recuerdo de la forma perfecta del objeto imperfecto y particular que captamos por los sentidos. En realidad, ese concepto universal ya estaba en nuestra mente, lo que pasa es que no nos acordábamos. Por eso, según Platón, conocer es recordar. No es extraño, por todo esto, que Rafael representara a Platón en su Escuela de Atenas señalando hacia arriba, más allá de las nubes.

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