Sobre mí

miércoles, 11 de junio de 2014

¿Sexo sin cuerpo?

Demolition man es una película graciosa, peculiar, stalloniana y muy de Hollywood. Héroe chulesco (John Spartan, representado por Sylvester Stallone) y villano zumbado (Simon Phoenix, representado por Wesley Snipes) se enzarzan en una lucha, fruto de una trama en un Los Ángeles del futuro, al que han cambiado el nombre por San Ángeles. La sociedad de esta película ha adquirido tintes utópicos. De hecho está llena de guiños a Un mundo feliz de Aldous Huxley. La joven policía que intima con Spartan se llama ni más ni menos que Lenina Huxley, es decir, el nombre de la protagonista de la novela y el apellido de su autor. 
En ambas obras el sexo está separado de la procreación. En el libro, por ingeniería social, se banaliza, obligando a los niños a practicar juegos eróticos. No puede pasar de ahí. Las relaciones de mayores no pueden durar mucho, porque se vería mal. No debe haber amor. Esto destrozaría la sociedad, de manera que los ciudadanos repiten como un eslogan: "Todo el mundo pertenece a todo el mundo". En la película, por su parte, se da un paso más. Quizá parece increíble, pero separan el sexo del cuerpo. Curioso, ¿no? Pues si la curiosidad corroe al lector, he aquí un ejemplo:

Los seres humanos se producen en fábricas, de forma predestinada. Cada uno debe ocupar un lugar concreto en el mundo, según la decisión de un gobernante, lo cual es francamente aterrador. En Un mundo feliz la  dignidad de las personas brilla por su ausencia.


jueves, 15 de mayo de 2014

¿Sistema operativo mental?

Un ordenador no pasa de ser un conjunto de metal, plástico y circuitos muy sabiamente organizados. Si lo enchufamos a la red eléctrica, ¡se enciende! Pero se convierte en una herramienta verdaderamente útil cuando toda esa materia inerte es controlada por un sistema operativo. Se trata de un software que hace de intermediario entre el procesador, los periféricos y una persona humana.

Algo así ocurre en nuestra mente. Empieza a ser útil en el momento en que surge el lenguaje. Entonces se convierte en una herramienta propiamente humana.

martes, 6 de mayo de 2014

Homo insulatus 3: apaga y vive la vida real

Después de ver este vídeo no hay mucho que decir al respecto. Siempre he pensado que los Smart Phone pueden hacer que pierdas el momento presente. Según el poeta de este vídeo, puedes perder toda una vida.


viernes, 7 de marzo de 2014

¿Hay que ser libre para ser feliz?



Cuando he preguntado a mis alumnos si la sociedad de la novela de Aldous Huxley, 
Un mundo feliz, es feliz, coinciden en responder que no. Y la razón que dan es que no pueden ser felices porque están condicionados a hacer lo que hacen y a sentirse a gusto con ello y, en consecuencia, no son libres. Establecen una relación directa entre felicidad y libertad. Pero mirándolo fríamente: quien hace aquello para lo que ha nacido y le gusta lo que hace en la vida, debería ser feliz, ¿no?

Sí, seguramente, pero no es la imagen que tenemos de felicidad. Tenemos que ser felices como nos dé la gana. Esto es lo que le ocurre a Bernard Marx, uno de los personajes. Una gran intuición, porque parece que precisamente las utopías consisten en quitar la libertad de los individuos con la intención de que la responsabilidad pase de la persona a la sociedad. Libertad implica responsabilidad y la responsabilidad es una gran carga. ¿Quién puede conocer las consecuencias de sus decisiones?



domingo, 2 de febrero de 2014

Persona degradada a nivel de ciudadano

El otro día me llegó un mensaje por WhatsApp (de esos que se envían a diestro y siniestro) que hablaba sobre la belleza y dureza del trabajo de profesor. 
Debo reconocer que me conmovió. Es cierto, los profesores trabajamos sobre una materia difícil de tratar: la humanidad de cada alumnoLa humanidad con sus paradojas, sus miserias y sus heroicidades. 
Cada día vuelvo a casa con la sensación de haber servido de algo y también con la percepción de no haber incidido en nada en la vida de los alumnos; una ambivalencia que creo que comparto con todos mis colegas del gremio.
Ahora bien, el texto concluía diciendo que todos los esfuerzos se podían sobrellevar con "la esperanza de convertir a nuestros alumnos en buenos ciudadanos".
Lo siento mucho, pero eso no lo comparto. No pienso degradar a las personas que con las que trato cada día, aunque sean adolescentes, al nivel de simples ciudadanos, una simple dimensión de la persona, en cuanto miembro de una sociedad.

domingo, 12 de enero de 2014

"Oblivion" y la dispersión de la identidad personal

Una de las características de la antropología empirista es la percepción del YO como un fluir de conciencia
Pero vayamos por pasos, que para un filósofo con las cejas quemadas en esto de leer y las neuronas desgastadas en el pensar, esta frase es pan comido; no obstante, no creo que ocurra lo mismo para el común de los mortales.
Yo me considero un híbrido entre lo común que tiene un mortal y un personaje con neuronas a punto de patinar, así que haremos lo posible por explicarnos.
Dicen que empirista es todo aquel que sostiene que no hay más conocimiento que el que nos viene a través de los sentidos. 
¿Qué puede decir, pues, un empirista acerca del YO? El yo, sí, el yo, ese señor o señora que tenemos dentro y que resulta que sus pensamientos y sentimientos coinciden con los nuestros. (A veces cuesta explicar las cosas más obvias.) Pues ¿qué puede decir un empirista si se basa en los datos de los sentidos? Poca cosa, eh, poca cosa. Yo soy yo, me veo en el espejo, se podría decir. Sí, en efecto, tu cuerpo es una perogrullada "empírica", pero ¿todo lo que piensas y sientes? ¿Eso qué? Eso no se ve en el espejo. Para eso existe la introspección, mirar hacia adentro.
Y, entonces, empiezan los problemas. Desde ese punto de vista, lo único que se percibe es un continuo pasar por nuestra capacidad consciente de pensamientos, deseos, emociones, sentimientos, etc. ¡Ah! Pues si eso es lo que se percibe, ¡ya está! El YO es un continuo fluir, un flujo de conciencia (stream of consciousness).
Entonces, ¿El YO no tiene entidad propia? Es decir (¡no pensaba que me costaría tanto decir esto!), ¿yo no soy nada? ¿Solo una serie de ejercicios de consciencia? Pues yo me creía más, la verdad. (Será que no estoy al día.)
Si no hay nada detrás del fluir de conciencia, ese fluir de conciencia no es nada, un simple río que desemboca en el mar, una serie de gotas que da la casualidad que van juntas en una misma dirección. 
Pero (vamos a ver si nos queda claro), entonces, no tenemos identidad personal. 

El empirista diría que debe haber algo, no sabemos qué, porque la memoria hace que haya una continuidad, un elemento constante en ese fluir siempre cambiante. Ese elemento es el YO, es el recuerdo de mi mismo como siendo consciente de todo ese fluir de conciencia a lo largo del tiempoConsecuencia lógica de esto es que la identidad del yo SOLO está vinculada con los recuerdos.
Por tanto, si la identidad del yo depende de la memoria, si fuéramos capaces de fabricar una memoria, tendríamos una identidad personal, un YO. Es decir, ¡y esto es lo gordo!, se podría separar la identidad personal del individuo concreto de la especie humana.
O sea, no es imprescindible que exista una correspondencia yo-individuo. O más claro todavía, bastaría con que dos individuos tuvieran los mismos recuerdos, para que hubiera una única identidad personal. En este caso tendríamos un yo y dos individuos. (¿?)
¿Y qué ocurre en Oblivion? Jack Harper es un único yo (por los recuerdos), pero con una infinidad de individuos, que resultan ser clones. Y esto es tan patente en la película, que su misma esposa reconoce a su marido, tanto en el técnico 49 como en el 52. 
Quizá esta película, norteamericana, anglosajona, es la reducción al absurdo de las teorías empiristas a este respecto.

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