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domingo, 15 de febrero de 2015

La lección realista de "Horizontes azules"

En la película Horizontes azules (1955) Charlton Heston habla con una hermosísima Donna Reed, caracterizada de india. Charlton Heston en el papel del capitán Clark explica a la india que están explorando el territorio de la Louisiana recién comprado a Francia, con el ojetivo de elaborar un mapa. Le enseña un dibujo de un río en un cuaderno de piel. En él se ha trazado el curso de la corriente de agua y se ha dado el nombre a los afluentes y colinas de su recorrido. Entonces la india pregunta si ese dibujo es importante. Él le contesta que sí; tan importante que vale más que ellos mismos, refieriéndose a los miembros de la expedición. Ella no puede entender que un dibujo valga más que una persona y, después de un momento en silencio, le dice: "En este dibujo no aparece el reflejo del sol en el río ni se ve el azul del cielo, prefiero el río de verdad".
A veces me pregunto si las abstracciones de la realidad que la racional sociedad occidental lleva siglos fabricando, no traiciona a la misma realidad.

viernes, 22 de marzo de 2013

No puede ser que lleve 16 años dormida


¿Coincide nuestra percepción con la realidad? El sentido común nos dice que a aquellas personas con deficiencias sensoriales les resulta más difícil la relación con el medio. La vida de un ciego y sordo, por ejemplo, peligraría en una ciudad sin ayuda adecuada.

Por eso, por un hecho tan básico como el de la supervivencia, se podría decir que nuestros sentidos son adecuados para el medio en que desarrollamos nuestra vida.

Sin embargo, Descartes dice que a lo mejor estamos soñando, que a lo mejor el mundo en que vivimos no es real. Ante esto no me cabe más opción que tirar de la sabiduría de una adolescente, que me dijo: "No puede ser que yo lleve 16 años dormida". No es un argumento muy científico, pero está cargado de sentido común.

Ahora bien, ¿todo lo que percibimos se encuentra tal cual en el mundo o es todo lo que hay en el mundo? Pues no. Hay aspectos del medio que nos rodea que sabemos que no podemos percibir. Por ejemplo, los perros captan los ultrasonidos, pero nosotros no. Entonces, ¿qué más hay en el mundo que no somos capaces de percibir? ¿Vivimos rodeados de realidades ocultas? Sería, entonces, injustificada el famoso "A veces veo muertos...".



viernes, 8 de marzo de 2013

Más chuletón "matriciero"


El chuletón inexistente que Cifra se estaba comiendo en Matrix, no es un hecho aislado dentro de una película marginal.

El mito de la caverna de Platón nos habla de una vida irreal de sombras. Descartes dudaba de la realidad que vivía porque alguna vez soñó que estaba no estaba durmiendo, y no podía asegurar que el momento en que escribía esa idea, estuviera despierto de verdad. Berkeley negaba la existencia del mundo; para él solo existían las percepciones, puestas en nuestros sentidos por un Dios que más bien parece un aparato de realidad virtual. Calderón de la Barca hace vivir al pobre Segismundo una situación en la que se le informa más de una vez de que lo anterior que el creía vivir en realidad era un sueño.

En nuestros días podemos encontrar películas que plasman en celuloide esta preocupación. En Matrix se ve descaradamente: todos viven una irrealidad, una vida falsa. Pero no es la única. Los sustitutos, por ejemplo, plantea un mundo en el que la gente vive la vida, no en persona, sino a través de unos robots. La Isla también plantea una sociedad ficticia que, como Matrix, ha sido creada con un fin instrumental.

Otra película destacable es Shutter Island en la que Leonardo di Caprio toma el papel de un agente judicial cuya mente inventa un mundo en el que resguardarse de la realidad, que es demasiado dura para ser asumida. Algo parecido se puede leer en Los renglones torcidos de Dios, de Torcuato Luca de Tena. La psique nos puede hacer ver lo que no es.
En fin, el mundo que nos rodea es un misterio. ¿La vida que vivimos es real o es solo apariencia? ¿Se puede rasgar lo que se muestra, para descubrir la verdad?

martes, 29 de enero de 2013

Del chuletón a la locura

Matrix (1999) es una película de una hechura cinematográfica digna de verse. Los efectos especiales de las escenas de acción han marcado un estilo. Sin embargo, en este largometraje se encierran ideas e inquietudes que han acompañado al ser humano desde los principios de su existencia. Lo más inquietante es el miedo que rezuma a la posibilidad de que la vida que estamos viviendo no sea real. René Descartes (1586-1650) también manifiesta esta preocupación. Alguna vez, reflexionaba él, he tenido un sueño en el que pensaba que estaba despierto y, sin embargo, al despertarme, me daba cuenta de que estaba dormido. ¿Podría ocurrir, entonces, que lo que estoy viviendo ahora mismo sea un sueño?
Con la ayuda de los conocimientos tecnológicos, sobre todo en lo que se refiere a informática, el director de Matrix expresa este miedo en una especie de sueño del que no podemos despertar por nosotros mismo. Los seres humanos  viven rodeados de un entorno que parece real, con el que interaccionan, en el que viven aparentemente una vida normal. Sin embargo, están inmersos en un mundo virtual, simulado, que oculta la realidad: ya que, de hecho, viven en unas cápsulas, en posición fetal, conectados por cables y proporcionan electricidad a las máquinas, que son las que dominan el mundo. Cifra, el traidor, comenta al agente Smith que el filete que se va a meter en la boca no es real, no existe, y, sin embargo, lo encuentra delicioso. En su negociación con los agentes pide que, tras entregar a  Morfeo quiere ser reinsertado en Matrix, ser rico, alguien importante y no acordarse de nada de lo vivido en el mundo real.
Cifra se parece muy peligrosamente a una de las actitudes que se muestran con fuerza en  El Árbol de la ciencia de Pío Baroja (1872-1956). En ambos casos se concluye que que la vida mejor vivida es aquella que deja de lado la realidad para rodearse de un mundo de ficción hecho a la propia medida. Pío Baroja no conocía ni podía siquiera imaginar algo semejante a Matrix, de manera que afirma que si el más feliz es el que está desconectado  de la realidad, entonces para ser feliz hay que estar loco.





domingo, 1 de abril de 2012

El obispo Berkeley no ha visto Matrix


En el siglo primero antes de Cristo ya dijo Cicerón (106 aC - 43 aC) que no había tontería que no hubiera sido dicha por algún filósofo. Veinte siglos después seguramente podremos encontrar muchas más versiones de cualesquiera de esas tonterías.
Por ello, la idea de vivir en un mundo irreal, presentada en la película Matrix (1999), no es ni mucho menos original. Ha sido propuesta, por ejemplo, por Descartes (1596-1650) como parte de su duda metódica. Si a veces hemos confundido el sueño con la realidad, diría él, ¿cómo sabemos que no lo confundimos siempre? O por Calderón de la Barca (1600 - 1681): "¿Qué es la vida? Un frenesí / ¿Qué es la vida? Una ilusión, / una sombra, una ficción. / Y el mayor bien es pequeño, / que toda la vida es sueño / y los sueños sueños son". 
Quizá la novedad de Matrix reside en el hecho de que un programa informático proyecta directamente en los sentidos de las personas lo que deben percibir, sin ser ello real, sino una simple simulación.
A caballo entre los siglos XVII y XVIII existió un británico llamado George Berkeley (1685-1753) que sostenía que la existencia del mundo no era más que una creencia sin fundamento. Lo que nosotros percibimos a través de los sentidos no son más que estimulaciones que Dios pone directamente en nuestros sentidos. El mundo físico, por tanto, sólo existe en nuestros sentidos, en forma de estímulo. Uno puede pensar que el colega Berkeley estaba pirado, o que el día que se le ocurrió esto, no había controlado la hierba que se fumó. Seguramente no hay que hacerle mucho caso. No lo niego, pero su sistema es prácticamente irrefutable. ¿No es inquietante? ¿Y si tenía razón?

Amistad y Estoicismo: Lecciones de 'Friends'

Si alguna vez te has preguntado cómo los estoicos habrían navegado por las complejas dinámicas de un grupo de amigos en Manhattan, no busque...