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lunes, 4 de junio de 2012

Afectividad, partículas subatómicas y el árbol de la vida

"Las monjas nos enseñaron que hay dos caminos que se pueden seguir en la vida: el de la naturaleza o el de lo divino. Debes elegir cuál vas a seguir", se dice al principio de la película El árbol de la vida
Es decir, considerar el mundo a secas o contando con que hay algo más que lo que simplemente se ve y se toca.

Me maravilla que seamos capaces de penetrar la realidad que nos rodea: que en un momento dado seamos conscientes de algún misterio, escondido en el mundo y en la vida de los hombres, que antes ignorábamos. En ese momento nuestra vida ya no es la misma.
¿Qué sabe el recién nacido de los misterios del universo? Con el tiempo su mente se va abriendo y se va haciendo preguntas. La vida humana es compleja, muy compleja. Todas nuestras acciones y reacciones están embadurnadas de afectividad: nunca están del todo limpias; la racionalidad, que tanto nos caracteriza, está encadenada por las pasiones: nunca es del todo libre. El universo, que prometía dársenos por completo en los albores de la revolución científica del siglo XVII, cada vez nos deja más perplejos. En los aceleradores de partículas se investiga la constitución de la materia y la física actual nos habla de paradojas dentro del mundo físico, antes inimaginables. Cada vez hay más interrogantes...
¿La naturaleza está sola o la acompaña lo divino?





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