Platón (detalle de la pintura de la Escuela de Atenas de Rafael) señala hacia arriba, que es, según él, hacia donde debe tender la especulación filosófica |
En la
civilización occidental la fe y la razón siempre han estado juntas; no importa
si dándose la mano o acuchillándose. Son dos hermanas tan conflictivas como
inseparables.
Los
antiguos, como Platón (428-347aC), no distinguían claramente entre el pensamiento racional y
el religioso o mítico. Con la llegada del cristianismo al mundo, surgió entre
los primeros intelectuales cristianos una necesidad imperiosa de entender con la razón las afirmaciones que la fe les proporcionó a raíz de las enseñanzas de Cristo.
Al
principio, los primeros padres de la Iglesia (Agustín, Ambrosio, Orígenes, etc.) se sirvieron del pensamiento
platónico, o más bien neoplatónico, para lograr esa comprensión.
Santo
Tomás de Aquino (1224-1274) introdujo el pensamiento de Aristóteles en esta tarea. El
Aquinate estableció una distinción entre verdades de fe y verdades de razón.
Esto sentó las bases para el nacimiento de una ciencia independiente de la
teología. Probablemente, sin esta distinción no se habría llegado al pensamiento moderno ni al
desarrollo científico tal y como lo conocemos hoy en día. Es un hecho que todas las ciencias han ido secesionándose de la filosofía, como regiones del saber con una suficiente independencia de objeto y métodos.
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