Sobre mí

viernes, 11 de mayo de 2012

Con el alma a martillazos

"Estoy de acuerdo en que la música toca el alma. Entonces el Thrash Metal la debe de dejar hecha polvo", me han comentado a propósito de la entrada anterior (La música de fondo del mundo). Sin duda escuchar a una serie de melenudos berreando, aporreando una batería y distorsionando el sonido de sus guitarras, acompasado todo ello con un ritmo endiablado y actitud de mala leche, más que tocar el alma, la martillea con saña. Sin embargo, también hay que decir que mis hijas no pueden soportar la 5ª de Beethoven: les da miedo. Y eso también es una forma de tocar el alma.
La afectación de la sensibilidad ciertamente es algo prodigioso. Tomás de Aquino (1225 - 1274), otro gran cabezón de la historia del pensamiento (cabezón en el sentido más espiritual del término, claro), dice este que tema de la afectación es un aspecto de nosotros, los humanos, que compartimos con los animales. El mecanismo "me-siento-afectado-por-algo-y-acto-seguido-me-muevo-atraído-por-ese-algo-que-me-ha-afectado" está inserido en el lugar más radical y recóndito de nuestra naturaleza.
Si todo nos afecta, y lo que nos afecta nos mueve a actuar y lo que hacemos nos construye como personas, supongo que lo lógico es que no es indiferente lo que toca a nuestra sensibilidad. Quizá la verdadera educación consista en esto: educar esa capacidad de ser afectados. Es decir, moldear la sensibilidad para que sea afectada por aquello que es nuestro deber. Quien tenga oídos para oír...






Por cierto, un ejemplito de Thrash Metal, para quien no sepa lo que es.... 

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