Permítaseme ser irónico. Si David Hume (1711 - 1776) dice que algo no es evidente, pues hay que creérselo. No importa que
siempre hayamos creído que, si una bola de billar choca con otra, causa el
movimiento de esta última. Hay que tener fe en Hume. No hay pruebas de que esto
sea así. Lo único que podemos constatar es que después del choque, la primera
bola se frena y la segunda se pone en movimiento. En términos latinos: no se
trata de un movimiento propter hoc (por causa de eso), sino de post
hoc (después de eso). Lo que ocurre es que lo hemos visto ya tantas veces,
y nos hemos acostumbrado a ello, que hemos creado un hábito mental que nos ha
llevado a inventar algo llamado causalidad. ¿Tenía razón o no? Es que hay que
creer en Hume. Nunca, entiéndase la ironía, nunca en la evidencia.
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