Ah, la filosofía... ese noble arte de hacer preguntas que no tienen respuesta para problemas que a lo mejor no existen. Pero cuando se mezcla con el estruendo de Black Sabbath, la cosa se pone interesante. Es como ponerle un esmoquin a un rinoceronte: inesperado, algo absurdo, pero imposible de ignorar.
No te pierdas los próximos posts.
No hay comentarios:
Publicar un comentario