Aristóteles (384aC-322aC) decía en el libro segundo de la Metafísica: «La ciencia, que tiene por objeto la verdad, es difícil desde un punto de vista y fácil desde otro. Lo prueba la imposibilidad que hay de alcanzar la verdad y la imposibilidad de que se oculte por entero».
Tiene razón Aristóteles, como casi siempre. Entre la imposibilidad de ocultar toda la verdad y la imposibilidad de alcanzar la completa verdad hay todo un camino por recorrer. En este camino hay verdades fáciles, difíciles y las demasiado obvias. Las fáciles se muestran, las difíciles se explican y las demasiado obvias se revelan. Estas últimas son las más curiosas, porque son tan evidentes que no las tenemos en cuenta.Me gusta desmigar las duras verdades difíciles y obvias para que puedan ser comprendidas. Y una forma bastante adecuada es a través de la literatura de ficción. Porque el camino que se inicia al ir descubriendo verdades que estaban ocultas por su dificultad o su obviedad es un camino sin retorno: el mundo no vuelve a ser el mismo. Es como estar en Matrix y tomar la pastilla roja.
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