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jueves, 22 de marzo de 2012

"La felicidad es inmoral"

Kant (1724-1804) era sesudo, metódico y cabezón. Dicen que al verle pasar por la calle, la gente ponía el reloj en hora, porque siempre hacía todo puntualmente a la misma hora. Además cuentan que su capacidad craneal era de las más grandes que se han conocido en la historia del homo sapiens.
A diferencia de Aristóteles, Kant plantea la vida ética de otra manera. El centro de su pensamiento se encuentra en la búsqueda de las "condiciones de posibilidad". Es decir, la búsqueda de lo imprescindible para que pueda darse una realidad. Por ejemplo, en la "crítica de la razón pura", va estableciendo las "condiciones de posibilidad" de la ciencia; o sea, la búsqueda de todos aquellos elementos que hacen posible la ciencia. 
Esta búsqueda de las condiciones de posibilidad le lleva también al terreno de la ética o moral. ¿Qué condiciones deben darse para que el comportamiento de una persona sea ético o moral? Podría resumirse en el llamado "imperativo categórico": "obra de tal modo que siempre puedas querer que tu máxima (tu criterio) se convierta en una ley universal". Es decir, que aquel principio o convicción en el que te has basado para obrar de una cierta manera, puedas querer que se convierta en ley universal. Otro imperativo categórico aplicado en concreto al ser humano sería este: "Obra de tal manera que siempre el ser humano sea tenido en cuenta como fin y no como medio".
Como se ve, aquí no hay ni justo medio entre extremos, ni virtudes ni objetivos (finalidad). De hecho, según Kant, obrar buscando un premio o por miedo a un castigo obedecería a una forma imperfecta de la moral: el imperativo hipotético. En este sentido, pecando un poco de sensacionalista, he dicho que la felicidad es inmoral, porque, según Kant, comportarse bien para ser feliz es una forma imperfecta del comportamiento ético. El bien hay que hacerlo porque es un deber y punto... o, al menos, eso dice el sesudo

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