Sobre mí

domingo, 25 de marzo de 2012

Además de pesado, ingenuo

En Atenas, allá por el siglo V antes de Cristo, deambulaba un personaje feo, medio cojo y, sobre todo, muy pesado. Algunos le dejaban con la palabra en la boca y muchos se cambiaban de acera al verlo.
Un grupo selecto, en cambio, buscaba su compañía y la participación en sus discusiones. Y es que como Sócrates (470 aC - 399 aC) te pillara por la calle, te daba la tabarra durante un buen rato. Su  método filosófico era la mayéutica, que significa literalmente "hacer de comadrona". Consistía, pues, en "ayudar a dar a luz" en su interlocutor las respuestas a base de diálogo y preguntas. Si a Sócrates le daba que había que investigar la esencia de la ciencia y su definición, por ejemplo, se arrimaba a cualquier transeúnte desprevenido, al modo de los actuales vendedores de seguros de coche que se encuentran en los centros comerciales, y le daba la murga a base de ráfagas de preguntas, como hizo con Teeteto, un joven ateniense, y con muchos otros.
Para Sócrates el conocimiento es fundamental. Tanto que consideraba que los seres humanos nos comportamos mal por ignoranciaEl que conoce el bien, lo hará; y, por extensión, el que hace el mal es porque no conoce el bien. O sea, que el comportamiento humano para Sócrates se resuelve con el saber. Entonces, ¿el mal se arreglaría estudiando? Quizá en esto Sócrates pecó de ingenuo.

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